martes, 10 de marzo de 2009

CORRUPCIÖN Y ENSIMISMAMIENTO


En 1935 un escándalo de corrupción acabó con el Partido Radical de Lerroux que venía gobernando el país, con el apoyo de la CEDA –la derecha dura del momento- desde las elecciones de noviembre de 1933. El escándalo se conoció con el nombre de estraperlo, que luego se popularizaría para designar los chanchullos y marranadas que enriquecieron a unos cuantos después de nuestra Guerra Civil.

Dos aventureros –Strauss y Perlo- intentaron introducir una especie de “ruleta científica” que funcionó ocho horas en el casino de San Sebastián y una semana en el hotel Formentor de Mallorca. Para ello gastaron la ridícula suma de 500.000 pesetas en sobornos, incluido el regalo de algunos relojes, a diferentes amigos políticos de Lerroux, bien situados en el Ministerio de Gobernación. Aquello fue, según la gráfica expresión del siempre ingenioso Conde de Romanotes, “un Panamá de calderilla”.

Aquel “Panamá de calderilla” supuso, sin embargo, que el partido de Lerroux pasara en las siguientes elecciones de febrero de 1936, de 102 a 4 diputados. ¡Así de sensible resultaba entonces la opinión pública a las cochinadas del poder!

Este domingo he leído en El País la columna de Joaquín Estefanía titulada “voto y corrupción”. Por mas que recurre al estudio de los profesores Jiménez y Cainzos sobre la “repercusión electoral de los escándalos políticos” o al “Informe sobre la democracia en España 2008” de la Fundación Alternativas, el periodista no acaba por explicarse la supuesta absolución que el voto popular otorga a las tramas corruptas.

“Zamora ensimisma” rezan los carteles turístico-publicitarios en la calle. No sólo la vieja Zamora, el país y todo este mundo opulento sacudido por la crisis están ensimismados. Ensimismada, vieja, tahúr, zaragatera y triste. Y yo estoy asquerosamente viejo y cansado para salir de mi “enmimismamiento”.

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