martes, 29 de septiembre de 2009

LAS HIJAS DE ZAPATERO


Harto de tanta publicidad, pasaba yo la semana pasada por los canales que la nueva televisión digital terrestre ofrece al sufrido público doméstico y tropecé con Intereconomía, donde un maduro presentador repeinado como Carlos Gardel en su decadencia, en un programa que se llama “El Gato”, o algo así, pontificaba sobre el edificante problema de la fotografía de las hijas adolescentes de José Luís Rodríguez Zapatero.


Que Zapatero no es santo de mi devoción ya debe ser cosa sabida. Como no me gusta ese partido que sigue llamándose socialista, a pesar de la completa refundación que Felipe González y sus amigos sevillanos y vascos hicieron, en sus conspiraciones de Toulusse y Surernes, con el viejo Partido Socialista Obrero Español.


No obstante, los insultos repugnantes que en el programa de Intereconomía se vertieron contra el Presidente y su familia alcanzaron tales cotas de mal gusto y zafiedad que he decidido dedicarles este comentario. Allí el tal Miguel Durán, aunque evidentemente no había podido ver la foto, se explayaba sobre el necesario cuidado de los padres sobre el vestir de sus hijos y pontificaba sobre la censura; allí un titulado abogado, de nombre Rubén Múgica, descubría una “cuestión jurídica de calado” anunciando que quien renuncia una vez a la privacidad ha renunciado a ella para siempre; allí un sedicente profesor, llamado, al parecer, Jesús Neira, se preguntaba si lo que le preocupaba a Zapatero era que sus hijas, de 13 y 16 años, no tuvieran la talla adecuada o pesaran más de 100 kilos. ¿Es posible ser tan marrano?


Lamentablemente la derecha española nunca se ha distinguido por su fino sentido del humor. Aquí nunca han sido posibles Evelin Waugh o Chesterton: lo de estos es el astracán y Alfonso Paso…


El tal Horcajo, que dirige otro programa sobre lo que se perdió en Cuba, Juan Manuel de Prada, Durán, los arrepentidísimos Cristina Alberdi y Pablo Castellanos y demás grasientos y apolillados contertulios ¿Se han mirado alguna vez al espejo?

martes, 22 de septiembre de 2009

FIESTAS Y TRADICIONES



Como todos los años, el martes de la pasada semana se celebró en Tordesillas el festejo conocido como “el Toro de la Vega”: ya saben, unos centenares de vecinos persiguiendo con lanzas, a pie y a caballo, a un pobre toro al que terminan dejando como un acerico. Poco efecto hicieron las protestas y los manifestantes ante los belicosos habitantes de Tordesillas, que defienden su fiesta sangrienta con el sagrado argumento de la tradición, aduciendo que el toro alanceado se remonta al siglo XV y que ningún compasivo enemigo del sufrimiento de los animales puede venir a joderles la marrana.


Leyendo este verano algunos libros de historia medieval, he descubierto fuentes aun más antiguas, donde además de referirse a los lanzazos a los toros se cuentan otras diversiones también muy tradicionales. El texto relata las bodas de García de Navarra con Sancha, la hija de Alfonso VII, celebradas en junio de 1144. Escuchen: “Otros mataban lanza en ristre toros enfurecidos por el ladrido de los perros. Finalmente, en medio del llano, dispusieron para los ciegos un puerco, que hacían suyo matándolo y, queriendo matar al puerco, las más de las veces se herían mutuamente, provocando las risas de todos los presentes. Así pues, se originó un gran alborozo en la ciudad y bendecían a Dios que siempre les favorecía en todo” (Crónica de Alfonso VII, reeditada por el Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, León, 1993, página 156)


Tradición por tradición, podían también revivir esta de los ciegos. Sucede que ahora, lo más probable es que la ONCE se opusiera con todas sus fuerzas a esta salvajada. No importa, para eso tenemos a nuestros sufridos representantes: podrían vendarse los ojos de nuestros procuradores en las Cortes castellanas y leonesas, armarlos de horcas y guadañas y echarles el cerdo. Todos juntos en unión defendiendo la bandera de la santa tradición. ¿Se imaginan? Manuel Fuentes, de un fuerte mandoble, cercena la pierna buena de Oscar Reguera… Carmen Luís desoreja a Manuel Ramos cuando ya tenía atrapado al marrano por los cuartos traseros… En fin… todo un verdadero jolgorio. ¡La juerga padre!