lunes, 2 de febrero de 2009

WALLERSTEIN EN MADRID


Había pensado yo hablarles del espionaje en la Comunidad de Madrid y de la crisis abierta en el Partido Popular por todo este culebrón de extorsiones, dossieres y demás marranadas… Pero anoche escuché al presidente de la Banca española y recordé la frase del Conde de Romanones definiendo la política como una “sucesión ininterrumpida de acontecimientos triviales” motivada por un ansia de poder que sólo cabe equiparar con las pasiones sexuales. Como no quería indagar en la libido de Esperanza Aguirre y compañía, hube de recalar en otra fase lapidaria del cojitranco Conde: cuando D. Álvaro se enteró de que, pese a las promesas ofrecidas, no había tenido un solo voto para su ingreso en la Real Academia de la Lengua su comentario fue definitivo: “¡Joder, qué tropa!”

Lo del Sr. Miguel Martín, como presidente y representante de la Banca española es más serio. La culpa de la crisis la tenemos nosotros, pobres tontos del culo, que nos hemos endeudado en exceso, haciendo sufrir a los pobres banqueros mientras nos vendían su salvífico crédito y ganaban con ello cantidades astronómicas. No queda más solución que los tontos del culo paguen la crisis con sobretrabajo mucho peor pagado, para que a ellos no les disminuya la tasa de ganancia, piedra filosofal del capitalismo expansivo que, por desgracia, tiene la tendencia natural a disminuir.

El pasado jueves estuvo en Madrid Inmanuel Wallerstein, sociólogo y economista estadounidense, y uno de los más grandes pensadores marxistas vivos que hay. Este profesor, que pronosticó la implosión soviética en pleno auge de la guerra fría a base del estudio de los ciclos económicos de largo alcance, sostiene que las posibilidades de acumulación del capitalismo se han agotado y que podemos estar seguros de que en 30 años ya no viviremos bajo el sistema mundo capitalista.



La presentación de Wallerstein en un acto multitudinario en la facultad de Ciencias Políticas de Madrid la hacían dos jóvenes profesores de esa facultad: Pablo Iglesias e Iñigo Errejón. Perdónenme la inmodestia, pero Pablo Iglesias es mi hijo.



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