martes, 17 de febrero de 2009

DIRECCIÓN POR OBJETIVOS


Hace algo más de 50 años que Peter Drucker y George Odiorne se parieron la milonga de la “dirección por objetivos”. Estas sofisticadas técnicas de explotación y control comenzaron a difundirse en nuestro país en los setenta y ochenta del pasado siglo por obra y gracia de las omnipresentes multinacionales, pero, ¡oh, desgracia!, como nuestra Administración andaba en esos años cuajada de catetillos ambiciosos a los que se les acababa de despertar una súbita vocación política, la novísima “dirección por objetivos” fue inmediatamente asumida en todos los ámbitos de la cosa burocrático-funcionarial.

Mucho más antiguo que este invento es el Panóptico, aquel modelo de arquitectura industrial que diseñara Samuel Bentham –el hermano del filósofo Jeremías Bentham- en 1786, por encargo del príncipe ruso Grigori Potemkim: dos anillos concéntricos y celulares de edificaciones perfectamente controlables audiovisualmente desde una torre de vigilancia central. El modelo, que se utilizó para cárceles, escuelas, cuarteles, hospitales y fábricas, sirvió a Foucault como metáfora del régimen disciplinario al que un mundo concebido así nos conducía. Esas arquitecturas no tenían como fin dar habitats o representar a los individuos que las ocupaban, sino que, como auténticos dispositivos performativos, estaban destinados a producir los sujetos que decían albergar. Hoy, en el mundo de la comunicación instantánea, la torre de vigilancia y las estructuras circulares han perdido virtualidad.

Una red de terminales de ordenador interconectados las sustituye con ventaja, como cualquier programa integrado de objetivos de cualquier Administración o empresa demuestra con toda claridad. Es el programa y la gestión horizontal y vertical de objetivos y resultados lo que constituye al funcionario, y, si no, ahí están las sanciones y los premios de productividad para lograrlo.

No es extraño, por lo tanto, que trasladar los abstractos objetivos de seguridad ciudadana a la buena comprensión del policía de calle se traduzca en fijarle un número mínimo de detenciones de ciudadanos de determinada nacionalidad o raza. El sistema se alimenta a sí mismo. Pero no lo olvidemos: fueron eficientes burócratas, que no se separaban un ápice de la legalidad vigente, los que llevaron a cabo la SOLUCIÓN FINAL durante la Segunda Guerra Mundial.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fenomenal artículo de DpO y fenomenal blog. Acabo publicar un artículo muy relacionado http://managersmagazine.com/index.php/2009/06/la-direccion-por-objetivos-dpo-y-sus-peligros/ y que viene a desmitificar un poco la DpO. Un saludo

Alberto