martes, 7 de octubre de 2008

ELECCIONES EEUU


Me había prometido no hablar de las elecciones norteamericanas. Pese a lo pesado que están los medios con el tema, al fin de cuentas ni nos dejan votar, ni la mayoría de las veces saben siquiera que existimos. Y eso que eran de por aquí los que acompañaron a Colon en su descubrimiento.


Pero llevo dos semanas hablándoles de la crisis y me ha parecido que procedía cambiar de tercio: ¿Son ustedes conscientes de que si gana Mc Cain y la diña –cosa que no es improbable con sus años- nos encontraríamos con la inefable Sarah Palin como presidenta de los Estados Unidos?


Esta señora, líder en su juventud del grupo de los Atletas Cristianos (¡ahí es nada!), Miss Wasilla, Miss Alaska y Miss Simpatía, periodista deportiva, defensora del derecho a despedir funcionarios por razones políticas, oponente furibunda al aborto y al matrimonio de homosexuales, miembro de la Asociación Nacional del Rifle, defensora de la guerra de Irak de la que dijo que era “una misión de Dios”. Esta señora, católica primero, pentecostal o pos-denominacional después, partidaria de la caza del oso y creacionista, aunque lo disimule con esa majadería del diseño inteligente, se ha permitido reprochar a su rival Barak Obama su amistad con terroristas. Se refería ella, tan mona, a un profesor de la Universidad de Illinois, en Chicago: el señor Bill Ayers.


Bill Ayers había sido un weatherman, es decir un miembro de la “Weather Underground”, una organización de izquierda radical que se creó a partir de una facción de la Sociedad de Estudiantes por la Democracia (la SDS), y que tomó su nombre de una canción de Bob Dylan, cuando todavía era Bob Dylan.


La “Weather Underground” era una organización de defensa de los derechos civiles, solidaria con el movimiento de liberación negro, con gran influencia del marxismo y el antiimperialismo y enemigos declarados de la guerra de Vietnam. Los acusaban de terroristas los mismos que bombardeaban con napalm, un día si y otro también, a cientos de miles de vietnamitas. Es decir, para entendernos, que los “weatherman” eran precisamente los buenos. El único que podría sentirse ofendido es el profesor Bill Ayers de que lo relacionen con un sujeto tan ambiguo como Barak Obama.

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