martes, 19 de octubre de 2010

LOS CONTRATOS DE LA DIPUTACIÓN


Se pongan como se pongan los periodistas, para mi es evidente que la derecha española siempre ha preferido, en lugar de té, chocolate con mojicones. Aquí si ponen un impuesto al té no arrojan al mar, disfrazados de indios, el cargamento de tres barcos; aquí se zampan el té, el chocolate y los mojicones, se quedan con los tres barcos y montan un negocio de regatas para uso propio.

Si les parece que exagero miren el ejemplo del último acuerdo del equipo de gobierno de nuestra venerada Diputación Provincial: suprimir la subasta pública como método de contratación de la institución en las obras de menos de 200.000 euros. La subasta será sustituida por un procedimiento negociado sin publicidad donde sólo serían llamadas tres empresas que deben cumplir los siguientes requisitos: estar inscritas en un registro de licitadores de la propia casa y haber trabajado para la Diputación en los últimos dos años o ser empresas zamoranas pertenecientes a las patronales AZECOP o ASCONZA.

Y esto lo hacen con el cínico argumento de defender el empleo zamorano, como si no fuera evidente que una empresa más eficiente y que se conformara con menores márgenes de beneficios sería mejor, no sólo para el empleo, sino también para el conjunto de los ciudadanos que pagan los impuestos que mantienen a la Santísima Diputación.

Habría que oír los gritos de los patriotas si los malísimos nacionalistas catalanes y vascos se reservaran su mercado exclusivamente para ellos: aunque tuviéramos más tribunales constitucionales que juzgados de primera instancia, no iban a dar abasto.

Lo más graciosos del liberalismo de los diputados provinciales del P.P. es que, al exigir el requisito de pertenecer a AZECOP o ASCONZA, como si no hubiera empresarios zamoranos que no pertenecen a ninguna de las dos, están estableciendo una cláusula “closed shop” que hoy no apoyan ni los más celosos defensores del poder sindical, porque viene a derivar en la sindicación obligatoria.

Pero ya se sabe: a esta derecha la educaron sus papás y sus abuelitos en el patriótico grito de “si ellos tiene ONU, nosotros tenemos dos”.

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