martes, 6 de abril de 2010

ANIVERSARIOS


Tras mi tradicional huída de la Santa Semana zamorana y nada más reencontrarme con mi adorado sillón verde, la televisión me anuncia que la Gran Vía madrileña acaba de cumplir cien años.


En realidad no es así: lo que ocurrió el 4 de abril de 1910 fue que se dio el piquetazo de inauguración de las obras que durarían todavía bastantes años. Como se quería solemnizar la ocasión, allí acudió el rey Alfonso XIII, piqueta en mano, acompañado de Canalejas como Jefe de Gobierno y del alcalde de Madrid, Nicolás Peñalver y Zamora, conde de su nombre. Y como aquí gustamos de las conmemoraciones, han vuelto a acudir a celebrarlo, todos juntos en unión, el nieto de Alfonso XIII, el alcalde Gallardón, José Blanco, como ministro del ramo, el “madrileñísimo” Bono y la inevitable Esperancita Aguirre.


No se si en tan ecuménica reunión y tras la inauguración del imprescindible monumento, los presentes se han dedicado a recordar algunos de los nombres de esta importante arteria madrileña. Podrían haber comentado que en 1937, la Gran Vía pasó a llamarse, dividida en dos tramos, Avda. de la Unión soviética y Avda. de México, los dos únicos países que ayudaron a la República Española en su lucha contra el fascismo. En realidad era más conocida como “Avenida de los obuses” o “Avenida del quince y medio”, por el calibre de los proyectiles que algunos de los papás y abuelos de los presentes lanzaban, desde las posiciones del ejército franquista en la Casa de Campo y en el cerro de Garabitas, contra esa calle, justo a la salida de los cines, para hacer más agradable la velada a los sufridos resistentes madrileños que aguantaban las embestidas de los ejércitos de África y la aviación de Hitler y Mussolini.


La Gran Vía fue luego, lamentablemente durante muchos, muchos años la Avda. de José Antonio.
La noticia de la conmemoración reproduce también la visita de sus majestades a la no menos madrileñísima Casa del Libro. Allí, como vamos de centenario en centenario, fueron obsequiados nada menos que con las obras completas del poeta comunista Miguel Hernández.
¡Que suerte!, pensé, esta noche el nieto de Alfonso XIII podrá deleitarse leyendo versos como estos:


“Nunca fuisteis muchachos, y queréis que persista
un mundo aparatoso de cartón estirado,
por donde el cartón vaya paticojo y turista,
rey entre maniquíes de pulso congelado.
Venís de la Edad Media donde no habéis nacido,
porque no sois del tiempo presente ni el ausente.
Os mata una verdad en el caduco nido:
la que impone la vida del siempre adolescente.
(…)
Sois mis enemiguitos: los del mundo que siento
rodar sobre mi pecho más claro cada día.
Y con un soplo sólo de mi caliente aliento,
con este solo soplo dicté vuestra agonía”

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