martes, 21 de diciembre de 2010

LA EDAD DE JUBILACIÓN


Parece que están decididos, pese a quien pese, a retrasarnos la puñetera edad de jubilación. Ya en otra ocasión he hablado en estos comentarios de soluciones al estilo de Jonathan Swift, en las que el ingenioso creador de Gulliver proponía, malthusianamente, que para acabar con la pobreza en la católica Irlanda, donde los papistas engendraban y parían niños en exceso, la solución pasaba por cocinar adecuadamente y comerse a los tiernos infantes, demostrando las ventajas económicas evidentes de tales medidas.


Como Uds. y yo somos mucho menos listos que D. Felipe González Márquez y no disponemos de ningún Consejo de Administración como el de Gas Natural-Fenosa que nos coopte a los 68 añitos para ofrecernos más de 200.000 euros anuales; y mucho menos listos aun que D. José María Aznar y de las JONS, que une a los ingresos de su empresa familiar Fazmatella, los derivados de las asesorías de Doheny Global Group (Energía e inversión inmobiliaria), J.E. Roberts (operaciones inmobiliarias), además de las empresas del magnate Robert Murdoch, tendremos que buscar alguna solución más radical para la lamentable jubilación que piensan dejarnos.


Por eso, algo desesperado por la escasez de medidas activas para enfrentarnos a la jodida reforma laboral y, sobre todo, a la maldita jubilación a los 67 años, he pensado en proponerles una medida de resistencia pasiva digna de Jonathan Swift.


Ya que nos quieren retrasar la edad de pasar al bendito estado de jubilación, la medida pasa por no llegar, ni de coña, a esa dorada edad. Basta de sufrido deporte, pilates y zapatilla en interminables paseos que no conducen a ninguna parte. Basta de prohibición de humos y de cuidarnos como gilipollas para vivir unos años donde la mierda de pensión que quieren dejarnos no nos va a llegar ni para pipas.


Reivindiquemos los tiempos de sexo, drogas y rock and roll, reivindiquemos el botellón colectivo y pandillero y, los que ya peinamos canas, metámonos de una sola tacada seis buenas botellas de vino de Toro.


Desengañémonos: los muertos no gstan, ni ponen en peligro el sistema de pensiones.

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