martes, 29 de junio de 2010

DE ALMIRANTES Y MEADAS


Firmaba la crónica Iñigo Adusíz la semana pasada, haciéndose eco de una denuncia de ex oficiales del Ejército o de la Armada: en una piscina de uso público en el Ferrol (uso público relativo, porque cualquier civil puede entrar si paga primero su correspondiente entrada, mientras los militares y sus familias entran, naturalmente, gratis) se ha colocado el siguiente “aviso”, debidamente impreso y oportunamente sellado:


“Se comunica a todos los usuarios de la piscina que la calle 1 quedará reservada, en todo momento, a los almirantes, capitanes de navío y coroneles.


En el caso de no estar utilizando dicha calle ninguno de los mencionados, podrá ser usada por los demás bañistas, que la dejarán libre al presentarse alguno de los oficiales citados. Estos, en caso necesario, requerirán del socorrista la ejecución de la norma”


Firma la orden el capitán de navío, jefe de las instalaciones deportivas.


Cuando se dignen a bañarse almirantes y coroneles ¿Llevarán las divisas de barras o estrellas recosidas en el bañador, o bien tatuadas en el pellejo, 6 centímetros por encima del codo y a no menos de 10 de la articulación del hombro? ¿Sustituirán el higiénico gorro de goma por la gorra de plato, para que quede claro a todos los bañistas su exclusivo derecho a la calle 1?


El asunto ha alcanzado estado parlamentario a través de las preguntas del portavoz del B.N.Ga. en el Congreso de los Diputados, que ha calificado la situación como “totalmente abusiva”. A mi se me ocurre una solución mejor para los ferrolanos.


¿Se imaginan ustedes que aquí, algunos dirigentes del “Peperete” –ya saben, el Partido Popular Revolucionarios de los Trabajadores, que están refundando Soraya y Cospedal-, decidieran reservarse para si una calle de la piscina “sindical”, alegando su herencia genética de “Educación y Descanso”, a través del nunca bien ponderado “Instituto de Tiempo Libre”? Yo nunca me he bañado en la piscina “sindical”, pero, si esta reserva de calles se produjera, creo que iría casi todos los días. Eso si, a mearme dentro

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