Ese vago clamor que rasga el viento
es la voz funeral de una campana
vago remedo del postrer lamento
de un cadáver sombrío y macilento
que en sucio polvo dormirá mañana.
Acabó su misión sobre la tierra
y dejó su existencia carcomida,
como una virgen al placer perdida
cuelga el profano velo en el altar.
miro en el tiempo el porvenir vacío,
vacío ya de ensueños y de gloria,
y se entregó a ese sueño sin memoria
¡que nos lleva a otro mundo a despertar!
Le había yo prometido a Marichu empezar en verso… Y como estamos a primeros de noviembre, días de difuntos y Tenorios, he escogido estos versos de Zorrilla, aunque no sean del Don Juan. Son con los que se dio a conocer, muy joven, el poeta vallisoletano, dedicándolos “a la memoria desgraciada del joven literato Mariano José de Larra”.
Que me sirvan a mí hoy para honrar la memoria del ayer fallecido José Luis López Vázquez, uno de los grandes, grandes, de la escena española. Un actor al que parecía que le fluían los papeles más dispares desde su propia personalidad, sin trabajo, como lo más natural del mundo.
Puede haber quien piense que el asunto es de lo más sencillo, que sólo hay que memorizar unos textos y soltarlos en el momento oportuno… Quien piense así que pruebe alguna vez a subirse en un escenario.
Ayer nos dejó un actor completo, un hombre sencillo hasta en sus apellidos, que parecía siempre no darse importancia, que pasaba por todos los registros con una naturalidad inimitable. Va a ser muy difícil llenar su vacío.
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