miércoles, 16 de abril de 2008

MI CUMPLEAÑOS


Hoy que cumplo 54 años les tengo que confesar que siento envidia. Tengo envidia de la nueva ministra de Igualdad. Tengo envidia de sus pocos años (31 me dicen los periódicos) y envidia de su ministerio: El Ministerio de Igualdad.


No me afectan las críticas de algunos que hablan de ministerio transversal porque siguen defendiendo aquello de que la función crea el órgano; o de los que se preguntan por qué no hay también ministerios de la Libertad o de la Fraternidad, quizá porque malévolamente recuerden aquellos ministerios de la Verdad y el Amor que nos anticipara George Orwell para fecha ya tan lejana como 1984.


Tampoco me preocupa el precedente finlandés y ni siquiera que el nombre de la ministra se preste a toda clase de coñas: Bibiana Aido ¿Ha ido? ¿Dónde? Porque venir ha venido de la Agencia del Flamenco, pero ya veremos donde va.


Nada. Que la envidio. Para mi el ministerio de la Igualdad podría ser el único ministerio. Un ministerio que los englobase a todos siempre que la igualdad consistiera en que fuéramos verdaderamente iguales ante la ley: que todos pudieran ser defendidos por los abogados de Polanco en lugar de por el que te asigne el turno de oficio.


Que fuéramos tan iguales que el hijo de un obrero de la construcción que no llega, según el Convenio de Zamora, a los mil euros mensuales, pudiera hacer un master en Harvard o en Oxford que le permitiera ser el próximo ministro.


Un ministerio para que las cajeras de supermercado pudieran ir a comer a Zalacaín o a los restaurantes de Ferrán Adriá, aunque sólo fuera para concluir que la verdadera deconstrucción pasa por la chanfaina de su abuela.


Un ministerio para acabar con los miembros de la “clase gozante” de los que habla Miguel Espinosa en “La fea burguesía”, que ponen precio a sus bienes y diversiones en múltiplos del salario de un obrero: este abrigo me ha costado el salario de siete oficiales de primera.


O como él dice mucho mejor: “el salario de 30 obreros sutiliza mis proposiciones, moraliza mis actos, insufla sabiduría a mis decisiones y preña de sentido mi pasado”

3 comentarios:

José del Rincón dijo...

¿Te has dado cuenta, mamón, de lo bien que te conservas? ¿Te has dado cuenta de que estás igual que siempre? Llevo un porrón de años sin verte y en las fotos luces igual que desde la última vez que te vi.

Enhorabuena por lo de dentro (los contenidos, no seas mal pensado) y por lo de fuera: la expresión y lo antedicho.

Abrazos.

Javier Iglesias Peláez dijo...

Gracias, amigo:
¡Que consolador!

José del Rincón dijo...

De nada, maestro.

¿No irá con segundas tu respuesta?

Abrazos.