Como Uds. saben, en España e Hispanoamérica, el día de las bromas por excelencia –inocentadas- es el día de los Inocentes, el 28 de diciembre, que conmemora la leyenda según la cual Herodes ordenó una degollina infantil para llevarse por delante al futuro Mesías. Que fuera una recreación del mito de la salvación de Moisés en un canasto embetunado cuando el faraón ordenó la muerte de los niños judíos o que en realidad provenga de un mito mucho mas antiguo, hindú, relativo al nacimiento del dios Krisnhá, al que también acompañó una matanza de inocentes, es algo que no viene al caso, aunque sorprenda que un acontecimiento tan luctuoso se celebre con chacotas, muñequitos en la espalda y deudas ficticias que “los santos inocentes te pagarán…”
En otras partes de Europa el día de las inocentadas fue precisamente ayer: el 1 de abril, poisson d’abril, pez de abril para franceses, belgas, italianos y británicos entre otros.
Como inocentada del día, The Guardian publicaba ayer el fichaje de Carla Bruni por Gordon Brown para mejorar el estilo de los británicos, cambiando entre otras cosas sus hábitos dietéticos incluido el consumo del buen vino desde su mas tierna infancia. Por guapa que me parezca la señora Bruni-Sarkozy, no me hubiera yo atrevido a plantearle a su marido, que tiene pinta de súper welter fajador, semejante cambio de parejas.
Mas cruel, desde la envidia y la compasión, ha sido el diario The Sun, que ha ofrecido al presidente francés un tratamiento para alargarle 12 centímetros en un año. Las operaciones se llevarían a cabo en el centro médico Pez de Abril de Ginebra.
Si en estos lares del poniente castellano (y leonés, no vayamos a joderla) adquiriésemos –como ya hemos hecho con Papa Noel, Halloween y otras estupideces- la costumbre del primero de abril: que noticias no podrían haberse fabricado con las faldas del Cristo de Valderrey, el feminismo de la alcaldesa o la consagración de doña Carla Bruni como presidenta de honor de todas las cofradías masculinas.
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