El enfrentamiento político ha estado siempre lleno de anécdotas, unas graciosas y otras zafias, que ponen de manifiesto el ingenio o la inoportunidad de nuestros llamados representantes: del sombrerazo de Cánovas a los calzoncillos de Indalecio Prieto, los periodistas han llenado cientos y hasta miles de páginas con estos chascarrillos.
En este momento, el carácter bronco y grosero de nuestra derecha está dando bastante tela que cortar en los multiplicados medios de comunicación: El expresidente Aznar se despacha con un gesto grosero –peineta, le llaman los que entienden de estas cosas- digno de ese neonazi que se agarra la entrepierna en los concursos de eurovisión. Habrá que recordarle que “no coma ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor su villanería”, que no es de gobernadores regoldar y que “hable con reposo, pero de manera que no parezca que se escucha a sí mismo; que toda afectación es mala”.
La lideresa Doña Esperanza Aguirre saca las uñas y reparte “hijoputas” a diestro y siniestro, mientras clama por un “tancament de caixas” a la catalana. “Que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen a quien su ignorancia les ha dado a entender que las uñas largas les hermosean las manos, como si aquel excremento y añadidura que se dejan de cortar fuese uña; siendo antes garras de cernícalo lagartijero”.
Y para no ser menos en Zamora, nuestra ilustre alcaldesa, Doña Rosa Valdeón, se ha permitido, con un estúpido refrán, hablar de la condición de Paco Guarido, hombre honesto, inteligente y trabajador donde los haya y de una condición moral que no ofrece la menor duda a cuantos le conocemos un poco. “También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles” sobre todo si “los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias” y “cuadran con lo que vamos tratando como por los cerros de Úbeda”.
Esperemos que aprendan del afán de contrición del bueno de Sancho y que digan también que “uno de los consejos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de no regoldar, porque lo suelo hacer muy a menudo”.
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