martes, 26 de enero de 2010

DESPUÉS DE MI, EL DILUVIO


“Aprés moi, le déluge”, “después de mí, el diluvio” , es una famosa frase que se atribuye al rey francés Luís XV, o incluso a su amante, la no menos famosa Madame de Pompadour. Como menos de 20 años después, su hijo y sucesor Luís XVI sería guillotinado en los vendavales de la gloriosa Revolución Francesa, hay quien ha valorado tintes proféticos en el anuncio de marras.

Un curioso internauta, que de todo hay en la red, ha buscado antecedentes de la sentencia real, encontrándolos en algunos fragmentos trágicos griegos de autor desconocido, en Diógenes, Cicerón, o Estratón de Sardes, demostrando incluso que, a partir de este último, nuestro Diego Hurtado de Mendoza compondría un soneto cuyos últimos versos son:


“La hora que nos hace la mortaja
quiéromela yo hacer en este mundo
y remojarme en cuanto vino sé.
Y si de acá me llevo esta ventaja
cuando después llegare a lo profundo
ahógueme el diluvio de Noé”.

Traigo a colación el diluvio porque ésta ha debido ser la actitud de los alcaldes de estos pueblos que vienen apareciendo últimamente en los medios, ofreciendo sus municipios para la instalación del eufemísticamente llamado Almacén Temporal Centralizado (ATC), vulgo cementerio nuclear.

Ascó en Cataluña, Bermuy de Porreros y Campo de San Pedro, ambos en Segovia y ambos del PSOE, Yebra, en Guadalajara y del PP, han sido los candidatos que han dado lugar a asambleas, votaciones, recriminaciones y polémicas entre políticos municipales, estatales y autonómicos y a un circo mediático de mediana magnitud. Si tenemos en cuenta que, por lo visto, hay en juego 700 millones de inversión y 6 millones de euros al año directamente para el consistorio, nos explicamos mejor la cosa.

Parece ser que, además, ENRESA, que es la empresa encargada de los residuos nucleares, apuesta por un municipio de Castilla y León y, a ser posible, del PSOE. Parece ser que también ENRESA diagnosticó, hace ya bastantes años, que son magníficas las rocas del poniente y los arribes zamoranos. En algunos pueblos que yo conozco, sólo con repartir los 6 millones al año entre los vecinos, iban a vivir con un nivel de controladores aéreos el resto de su vida ¿No existen por aquí las tentaciones?

“Después de mi, el diluvio”. También se puede decir de modo más castizo: “Para lo que me queda en el convento, me cago dentro”.

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