martes, 24 de marzo de 2009

LA DEMAGOGIA DE LAS GENTES DE ORDEN


El 7 de mayo de 1931, apenas tres semanas después de proclamada la Segunda República Española, los periódicos publicaban una carta pastoral del Cardenal Segura, arzobispo de Toledo y primado de España por obra y gracia de Alfonso XIII, que acababa de dimitir, al menos temporalmente, de la corona que supuestamente tenía desde antes de nacer. En esa carta, anterior a cualquier quema de conventos y al famoso artículo 26 de la Constitución, a la que todavía le faltaban pocos meses para nacer, Segura, además de manifestar la gratitud de la Iglesia española para con el depuesto rey por haber consagrado el país al Sagrado Corazón de Jesús, alertaba a los católicos contra las graves conmociones y amenazas de anarquía a las que el país se veía sometido. Tras llamar a una “cruzada” de oraciones y sacrificios, comparaba la situación con la de Baviera en 1919, salvada, según él, del bolchevismo precisamente por la actuación de los católicos alemanes.


Que los bolcheviques españoles apenas llegasen al millar en aquella primavera de 1931 importaba poco: de lo que se trataba era de agitar las aguas en la recién nacida democracia española y de levantar una bandera para aglutinar una oposición a la esperanza republicana.


Se produjo entonces lo que Corpus Barga llamó “ese fenómeno tan español: la demagogia de las gentes de orden”, fenómeno que ha vuelto a repetirse en cada ocasión en que han visto amenazado el mas pequeño de sus privilegios.


En este momento en que no sabemos si hay que organizar cacerías de linces bajo la dirección de Bibiana Aido o boicotear a las desalmadas farmacias que venden condones, resulta consolador el que, al menos en algunas cofradías de la muy rancia Semana Santa de Zamora, se haya impuesto la sensatez. Leo que algunos presidentes como Félix Rodríguez, Pedro García o María José Herrero, reconociendo la utilización política que se hizo de las procesiones durante la República y el Franquismo, quieren que se imponga el sentido común. ¡Lástima que, como siempre, no sea este el mas común de los sentidos!

1 comentario:

Heavyllano dijo...

Llego hasta aquí por un enlace que publicó Pablo en Facebook. Me alegra encontrarte y me gusta leerte.

Sobre el tema, debo comentar que a mí también me asquea sobremanera el uso partidista que se está haciendo de las Cofradías de Semana Santa. Basándose en una determinada "función social" de estos entes (nos ha jodido Mayo, hasta el derecho de propiedad también tiene su función social), cual es la de asistencia caritativa, aparte de la del culto iconográfico, y como adalides del catolicismo popular -ese que no aparece en todo el año por la Iglesia pero que en cuanto verdea el azahar, desempolva túnica y capirote, come bacalao para guardar el ayuno cuaresmal y es más cristiano que nadie-, se erigen como firmes defensores del Derecho a la Vida.
La cosa aquí en la Sevilla de mis amores y mis odios ha llegado bastante lejos. No contentos con firmar todas un manifiesto, algunas de las hermandades han afirmado que adornarán sus pasos con lazos blancos en contra del aborto.
Me hace gracia que, hace 30 o 40 años, si a algún ilustre cofrade sevillano le embarazaban a la niña, el billete a Londres no tenía un sabor tan amargo como hoy día.
En fin, sólo nos queda alinearnos con Don Antonio; "¡aquel trueno!, vestido de nazareno". Don Guido llegaría hoy día al paroxismo de vestir él el lazo blanco antiabortista en la punta del capirote. Lo cual me recuerda un chiste muy sevillano que cualquier otro día te contaré al oído. Mientras tanto, me consolaré cantando:
Murió don Guido, un señor
de mozo muy jaranero,
muy galán y algo torero;
de viejo, gran rezador.

Un besito, desde el infierno sureño.