Aprovechando la libertad que la SER y Marichu García me otorgan para estos comentarios semanales y porque estoy, por decirlo así, metido en harina, hoy voy a dedicar estos dos o tres minutos al homenaje que realizamos esta tarde desde Izquierda Unida al poeta comunista Miguel Hernández.
Además de recitar algún poema, en eso va a consistir esencialmente mi intervención: en la reivindicación del compromiso comunista y antifascista de Miguel Hernández Gilabert. Y ello, no sólo por lo que supone de coraje cívico y de valor y consecuencia en la defensa de sus ideas, sino también porque la poesía de Miguel Hernández, incluso la más lírica y amorosa, es inseparable de su opción política y vital.
Para un homenaje al poeta, celebrado en el aula Magna de la Universidad de Barcelona en 1976, el filósofo marxista Manuel Sacristán escribió sobre la autenticidad de la poesía de Hernández en la que, si se prescinde de algunos ejercicios de adolescencia, no se encuentra una palabra de más. Hablando de las motivaciones de la gran respuesta al homenaje dice: “La mía es la verdad popular de Hernández: no sólo de su poesía, en el sentido de los escritos suyos que están impresos, sino de él mismo y entero, de los actos y de las situaciones de los que nació su poesía, o en los que se acalló”.
Comentando las palabras de Sacristán, Salvador López Arnal escribía hace mes y medio en “Kaos en la red”: “Un hombre del pueblo sin cómplices, sin valedores en la clase propietaria del Estado, de las fábricas y de las cárceles. Él mismo y entero, (…) Ese es el Hernández que Sacristán vindicó en 1976. Treinta y cuatro años después podemos transitar, abonar y cultivar el mismo sendero” ¡Pues en ello estamos!
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