martes, 22 de septiembre de 2009

FIESTAS Y TRADICIONES



Como todos los años, el martes de la pasada semana se celebró en Tordesillas el festejo conocido como “el Toro de la Vega”: ya saben, unos centenares de vecinos persiguiendo con lanzas, a pie y a caballo, a un pobre toro al que terminan dejando como un acerico. Poco efecto hicieron las protestas y los manifestantes ante los belicosos habitantes de Tordesillas, que defienden su fiesta sangrienta con el sagrado argumento de la tradición, aduciendo que el toro alanceado se remonta al siglo XV y que ningún compasivo enemigo del sufrimiento de los animales puede venir a joderles la marrana.


Leyendo este verano algunos libros de historia medieval, he descubierto fuentes aun más antiguas, donde además de referirse a los lanzazos a los toros se cuentan otras diversiones también muy tradicionales. El texto relata las bodas de García de Navarra con Sancha, la hija de Alfonso VII, celebradas en junio de 1144. Escuchen: “Otros mataban lanza en ristre toros enfurecidos por el ladrido de los perros. Finalmente, en medio del llano, dispusieron para los ciegos un puerco, que hacían suyo matándolo y, queriendo matar al puerco, las más de las veces se herían mutuamente, provocando las risas de todos los presentes. Así pues, se originó un gran alborozo en la ciudad y bendecían a Dios que siempre les favorecía en todo” (Crónica de Alfonso VII, reeditada por el Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, León, 1993, página 156)


Tradición por tradición, podían también revivir esta de los ciegos. Sucede que ahora, lo más probable es que la ONCE se opusiera con todas sus fuerzas a esta salvajada. No importa, para eso tenemos a nuestros sufridos representantes: podrían vendarse los ojos de nuestros procuradores en las Cortes castellanas y leonesas, armarlos de horcas y guadañas y echarles el cerdo. Todos juntos en unión defendiendo la bandera de la santa tradición. ¿Se imaginan? Manuel Fuentes, de un fuerte mandoble, cercena la pierna buena de Oscar Reguera… Carmen Luís desoreja a Manuel Ramos cuando ya tenía atrapado al marrano por los cuartos traseros… En fin… todo un verdadero jolgorio. ¡La juerga padre!

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