La amabilidad de la SER y de Marichu García, me permiten que hoy, a modo de comentario, les lea las palabras que he escrito para la inauguración, esta tarde, con motivo del 14 de abril, de tres calles en nuestra ciudad de Zamora:
Un año más nos reunimos el 14 de abril para conmemorar esta fecha del año 1931 en el que, casi inesperadamente, un pueblo harto de reyes y dictadores daba una democrática patada a la monarquía y traía, por segunda vez, la República a España.
El acto tiene este año una significación especial. Hoy estamos aquí inaugurando simbólicamente tres nuevas calles de la ciudad de Zamora: el Ayuntamiento, por iniciativa de los concejales de Izquierda Unida, y pese a la abstención del Partido Popular, ha dedicado tres calles a algunos de los republicanos significativos de Zamora, asesinados en el comienzo de la guerra civil.
Estos nombres son sólo un ejemplo mínimo de los miles de fusilados de la provincia de Zamora que esperan, en fosas anónimas, el reconocimiento por haber defendido la libertad y la justicia.
Una de las calles lleva el nombre de Doctor Felipe Anciones, médico del Hospital Provincial de Zamora. Anciones, que había nacido en Salamanca, era muy conocido en la provincia por su prestigio profesional y su calidad humana. Su actividad política conocida comenzó con su militancia en el Partido Republicano Radical-Socialista, desde donde pasaría a integrarse, con la mayoría de su partido, cuando este se dividió, en la Izquierda Republicana, el partido de D. Manuel Azaña. En 1933 había participado en el manifiesto para la creación de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, que no cuajó en Zamora y fue también un conferenciante habitual en los actos organizados por la Asociación Profesional de Estudiantes Zamoranos, integrada en la Federación Universitaria Escolar (FUE).
En 1936 era vicepresidente de la Junta Directiva Local de Izquierda Republicana en Zamora.
La noche del 18 de julio de ese año, Felipe Anciones y otros dirigentes políticos fueron al Gobierno Civil en busca de noticias sobre la sublevación de militares y fascistas que acababa de estallar. El 25 de julio fue encarcelado por orden gubernativa, para ser fusilado, poco después, el 14 de agosto de 1936.
Pero no descansaron sus matadores: el día 31 de agosto de 1936, diecisiete días después de su asesinato, el Boletín Oficial de la Provincia publicaba su destitución como médico de la Diputación Provincial. Aunque su viuda, Emilia Cea, y sus dos hijas abandonaron la ciudad, la saña del vencedor las perseguiría: el 15 de marzo de 1937 se le abrió expediente de responsabilidades civiles que significaba el embargo preventivo de todos sus bienes. El expediente pasaría a la jurisdicción de la Ley de Responsabilidades Políticas y el procedimiento no concluiría hasta 1943, con una sanción de 5000 pesetas de la época, que hubo de abonar la viuda.
Otra de las calles está dedicada a Antonio Pretejo Seseña, escribiente de la Diputación, afiliado y dirigente de la Sociedad de Profesiones y Oficios Varios de Zamora, fundador de la Asociación Profesional de Estudiantes Zamoranos y secretario político provincial del Partido Comunista de España en Zamora.
Al producirse el golpe militar, junto con otros afiliados del Partido y de la Juventud Socialista Unificada, distribuyó unas hojas clandestinas llamando a la resistencia entre los días 23 y 24 de julio. Fue detenido el 26 de julio y, junto con Manuel Antón, secretario de la Federación Provincial de Sociedades obreras, sometido a Consejo de Guerra sumarísimo el 3 de agosto. El 7 de agosto fue fusilado en el patio del Cuartel Viriato de Zamora.
También a él, después de su muerte, le incoaron y siguieron expediente, primero de responsabilidad civil y luego de responsabilidades políticas.
La tercera calle está dedicada a los “Hermanos Barayón”. Los Barayón pertenecían a una familia de clase media acomodada, propietaria del “Café Iberia”, que el padre había abierto en 1912, una fábrica de hielo y una tienda de artículos eléctricos. Saturnino Barayón, el mayor, fue, como Anciones, primero radical-socialista y luego de Izquierda Republicana. Concejal en 1931 por la Conjunción republicano-socialista, fue nombrado gestor de la Diputación Provincial con el Frente Popular. Encarcelado en Zamora, fue llevado a Toro el 26 de julio. Entregado a la fuerza pública para ser conducido a Zamora, fue asesinado en el despoblado de Tejadillo, cerca de Toro, con muchos otros compañeros.
Antonio Barayón, el mas joven, era socialista y trabajaba como técnico electricista. También fue trasladado a Toro, donde ingresó en su prisión el 14 de agosto. Desde allí es entregado al falangista Juan Luís Rodríguez, junto con el maestro de Ufones, Isidoro Ramos Páez, el día de San Agustín, fiesta patronal de Toro, el 28 de agosto, para ser conducidos a Zamora. Nunca llegó.
Amparo Barayón, la tercera hermana, tenía 32 años cuando la fusilaron. No tenía filiación política y sólo había fundado en 1922 la Asociación Musical de Zamora. Casada con Ramón J. Sender, ya entonces novelista famoso que había ganado el Premio Nacional de Literatura, la sublevación la sorprende en San Rafael donde veraneaba con su marido. Mientras él huye hacia Madrid, aconseja a su mujer que, con sus dos hijos, se vaya a Zamora “donde nunca pasa nada”
Pero sí pasó, la encarcelaron con su hija Andrea, de siete meses, para ser sacada de la cárcel de Zamora el 11 de octubre de 1936 con supuesto destino hacia Bermillo de Sayago. Junto con otras dos mujeres, Juliana Luís García y Antonia Blanco Luís, fue fusilada en las tapias del cementerio de Zamora.
Los tres hermanos, después de muertos, serían sometidos a la Comisión Provincial de Incautación de Bienes y a la Ley de Responsabilidades Políticas.
Hoy, a más de tres cuartos de siglo de nuestra República, es urgente recordar y reivindicar aquella forma de hacer política. Hoy, cuando nos quieren convencer de que todo es “pospolítica” –una política que afirma dejar atrás las viejas luchas ideológicas para centrarse en la administración y gestión de los expertos, olvidando que esa es la mas nefasta de las ideologías. Hoy cuando nos quieren convencer de que todo es “biopolítica” que tiene como objetivo principal la seguridad y el bienestar de nuestra vida cotidiana y que permite a una ministra explicarnos cuanta agua hay que beber cuando aprieta el calor, o a todo un presidente europeo desearnos un buen fin de semana de camping después de un terremoto.
Hoy se hace más necesario que nunca la reivindicación de la Política en serio y con ella la lucha por la libertad y la justicia ¡VIVA LA REPÚBLICA!
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