Hace algo más de 50 años que Peter Drucker y George Odiorne se parieron la milonga de la “dirección por objetivos”. Estas sofisticadas técnicas de explotación y control comenzaron a difundirse en nuestro país en los setenta y ochenta del pasado siglo por obra y gracia de las omnipresentes multinacionales, pero, ¡oh, desgracia!, como nuestra Administración andaba en esos años cuajada de catetillos ambiciosos a los que se les acababa de despertar una súbita vocación política, la novísima “dirección por objetivos” fue inmediatamente asumida en todos los ámbitos de la cosa burocrático-funcionarial.
Mucho más antiguo que este invento es el Panóptico, aquel modelo de arquitectura industrial que diseñara Samuel Bentham –el hermano del filósofo Jeremías Bentham- en 1786, por encargo del príncipe ruso Grigori Potemkim: dos anillos concéntricos y celulares de edificaciones perfectamente controlables audiovisualmente desde una torre de vigilancia central. El modelo, que se utilizó para cárceles, escuelas, cuarteles, hospitales y fábricas, sirvió a Foucault como metáfora del régimen disciplinario al que un mundo concebido así nos conducía. Esas arquitecturas no tenían como fin dar habitats o representar a los individuos que las ocupaban, sino que, como auténticos dispositivos performativos, estaban destinados a producir los sujetos que decían albergar. Hoy, en el mundo de la comunicación instantánea, la torre de vigilancia y las estructuras circulares han perdido virtualidad.
Una red de terminales de ordenador interconectados las sustituye con ventaja, como cualquier programa integrado de objetivos de cualquier Administración o empresa demuestra con toda claridad. Es el programa y la gestión horizontal y vertical de objetivos y resultados lo que constituye al funcionario, y, si no, ahí están las sanciones y los premios de productividad para lograrlo.
No es extraño, por lo tanto, que trasladar los abstractos objetivos de seguridad ciudadana a la buena comprensión del policía de calle se traduzca en fijarle un número mínimo de detenciones de ciudadanos de determinada nacionalidad o raza. El sistema se alimenta a sí mismo. Pero no lo olvidemos: fueron eficientes burócratas, que no se separaban un ápice de la legalidad vigente, los que llevaron a cabo la SOLUCIÓN FINAL durante la Segunda Guerra Mundial.
Mucho más antiguo que este invento es el Panóptico, aquel modelo de arquitectura industrial que diseñara Samuel Bentham –el hermano del filósofo Jeremías Bentham- en 1786, por encargo del príncipe ruso Grigori Potemkim: dos anillos concéntricos y celulares de edificaciones perfectamente controlables audiovisualmente desde una torre de vigilancia central. El modelo, que se utilizó para cárceles, escuelas, cuarteles, hospitales y fábricas, sirvió a Foucault como metáfora del régimen disciplinario al que un mundo concebido así nos conducía. Esas arquitecturas no tenían como fin dar habitats o representar a los individuos que las ocupaban, sino que, como auténticos dispositivos performativos, estaban destinados a producir los sujetos que decían albergar. Hoy, en el mundo de la comunicación instantánea, la torre de vigilancia y las estructuras circulares han perdido virtualidad.
Una red de terminales de ordenador interconectados las sustituye con ventaja, como cualquier programa integrado de objetivos de cualquier Administración o empresa demuestra con toda claridad. Es el programa y la gestión horizontal y vertical de objetivos y resultados lo que constituye al funcionario, y, si no, ahí están las sanciones y los premios de productividad para lograrlo.
No es extraño, por lo tanto, que trasladar los abstractos objetivos de seguridad ciudadana a la buena comprensión del policía de calle se traduzca en fijarle un número mínimo de detenciones de ciudadanos de determinada nacionalidad o raza. El sistema se alimenta a sí mismo. Pero no lo olvidemos: fueron eficientes burócratas, que no se separaban un ápice de la legalidad vigente, los que llevaron a cabo la SOLUCIÓN FINAL durante la Segunda Guerra Mundial.
1 comentario:
Fenomenal artículo de DpO y fenomenal blog. Acabo publicar un artículo muy relacionado http://managersmagazine.com/index.php/2009/06/la-direccion-por-objetivos-dpo-y-sus-peligros/ y que viene a desmitificar un poco la DpO. Un saludo
Alberto
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