En estos días en que la patronal pide un paréntesis al libre mercado, en que el premio Nóbel de economía Joseph Stiglitz compara la crisis para el capitalismo con la caída del muro de Berlín. En estos días en que los gobiernos se disponen a nacionalizar las pérdidas pagando con nuestros impuestos la voracidad de los especuladores, no está de mas recordar las distintas formas con que el poder –el que sea- ha venido extrayendo a los sufridos súbditos las cantidades necesarias para mantenerse y reproducirse: Alcabalas, almojarifazgos, bollas, capitación, cientos, décimas, diezmos de la mar y de la plata, donativos, excusados, expolios y vacantes, fondo pío beneficial, jumazgas, generalidades, infurción, lanzas, lezdas, martiniega, medias annatas, mesadas, millones, moneda forera, papel sellado, parias, peajes, pedidos, portazgos, portorium, quema, quinto real, regalías, rentas de la sal, del tabaco, de Granada y provinciales, servicios y montazgos ordinarios y extraordinarios, sisa, subsidios, tablas de Navarra, talla, tercios reales, tercio diezmo, tributo y yantar.
Y ello por no hablar de los impuestos eclesiásticos: annata, concordia, congrua, derechos de estola, en sus variedades blanca y negra, pie de altar, diezmo, en sus especies de eclesiástico, de judíos y moros, de legos y de barrannos; la luctuosa, que era un gracioso impuesto por el que dejabas tu mejor bien mueble a la Iglesia o te podías despedir de que te enterraran en sagrado; las primicias, la refacción eclesiástica y el voto de Santiago, impuesto mentiroso donde los haya, pues ni existió la batalla de Clavijo, ni Santiago está enterrado en Compostela.
Viene esto al caso, en nuestra Zamora, por una noticia que daba Tania Sutil en “La Opinión” de 14 de agosto: Nos informaba que el Ayuntamiento sacaba al cobro 62.000 recibos para una recaudación de 11,6 millones de euros en concepto de Impuesto de Bienes Inmuebles. El artículo no habla de plazos de pago.
Pero mirando la página web del Ayuntamiento resulta que anuncia que los recibos se ponen al cobro el 16 de agosto al 15 de octubre. Lo gracioso del asunto es que hasta la fecha -23 de septiembre- parece que ningún ciudadano ha recibido ni uno sólo de dichos recibos. Eso si, la página del Ayuntamiento advierte que, una vez transcurridos los plazos, los recibos se incrementarán con los correspondientes recargos ejecutivos y de apremio y, como no, con los intereses de demora.
En fin. Para demora la suya. Pero esa no paga réditos: ni siquiera electorales ¡Porca miseria!
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