En la prensa del domingo leo que, el día anterior, el Partido Socialista con Leire Pajín y Alfonso Guerra a la cabeza, ha decidido rehabilitar a 36 militantes, ya muertos y enterrados, en su histórica organización. El grupo lo encabeza el que fuera el último presidente del Gobierno legítimo de la Segunda República Española, el doctor Juan Negrín.
Están también, entre los rehabilitados, Julio Álvarez del Vayo, Ramón Lamoneda, González Peña, Jerónimo Bujeda, Juan Simeón Vidarte, Amaro del Rosal y el gran novelista y dramaturgo Max Aub.
Lo que más me ha gustado de la noticia ha sido el titular que Natalia Junquera, periodista de “El País”, le ha puesto a su artículo: Carmen Negrín, la nieta de D. Juan, diciendo: “No se si hoy mi abuelo hubiera aceptado el carné…” Yo creo que no, y la mayoría de los otros “rehabilitados” supongo que tampoco. ¿Se imaginan ustedes a Álvarez del Vayo, socialista verdaderamente de izquierda, gran luchador y eterno optimista republicano, que murió en 1975 como Presidente del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, el FRAP, reingresando en el Partido de Felipe, de la OTAN y de los GAL? ¿Se imaginan a González Peña y Ramón Lamoneda –tengo delante sus memorias- entrando en el partido de los que proclamaban que hay que ser “socialista” y no “marxista”? ¿Se imaginan el pesimismo de Max Aub –vuelvan a leer “La gallina ciega”, el libro que escribió tras un viaje a España en 1969 para encontrarse con un país distinto y peor- ante la vacua modernidad de marketing de José Luis Rodríguez Zapatero?
Yo creo que no: Juan Negrín no hubiera aceptado el carné de este PSOE. Y pienso que mi padre, una condena a muerte, cinco años en la carcel, dirigente socialista del escuálido interior durante la dictadura, mi padre, socialista cristiano y reformista, tampoco.