martes, 27 de julio de 2010

DE TEATRO



En primer lugar quiero pedir disculpas a Marichu García y a sus oyentes por esta ausencia de dos semanas que el exceso de trabajo, mi escasa salud y alguna visita inesperada, han propiciado.
Pero aquí esto de nuevo y esta vez con la intención de hablarles del teatro en Zamora. Como algunos ya saben, el teatro es una afición que me ha acompañado desde mis quince o dieciséis lejanos años y, hace un par de ellos, me incorporé a un excelente grupo que lleva ya diez años dedicado a estas actividades.


Yo no soy, como decía aquel cuplé de la Piquer, mas que “un pobre aficionado que buscaba la ocasión”, y que lo que aquí encuentra es solamente una de las más divertidas formas de pasar su escaso tiempo libre, pero, como también algún oyente debe ya conocer, esta dedicación me ha dado, dos veces consecutivas, la oportunidad de dirigirme a los zamoranos, desde las torres del castillo, vestido nada menos que de Arias Gonzalo.


Podría hablarles, y les aseguro que lo haré en otra ocasión, de la magnífica gente de mi grupo, o de los otros grupos aficionados de Zamora que participaron y participan en “El Cerco de Zamora según el Romancero”.


Pero mi comentario de hoy quiere ir dirigido a unos actores que se han incorporado este año al Cerco y que son profesionales, y muy profesionales, de este asunto teatral.


Me refiero, además de a Manuel Fadón, a los componentes de Archiperre: Ana Isabel Roncero, Cándido de Castro y Diego Fariña… Son actores que no tienen nada que envidiar a guaperas y famosos con los que nos bombardea cotidianamente la televisión. Son profesionales que llevan 30 años dedicados a una actividad dura, arriesgada y efímera, con una calidad que para sí quisieran tantas caras conocidas de la pantalla y los escenarios.Son gente que ha llevado nuestro teatro a sitios tan lejanos como Rusia, las Azores, Chile o México, dejando siempre el pabellón muy alto.


Archiperre tiene ahora dificultades. La crisis, la jodida crisis, les está afectando como al que mas. Es evidente que las instituciones culturales, sean estatales, municipales, de la Junta o las Diputaciones, deben poner los medios para que un grupo como este subsista en condiciones. Pero yo quiero hacer un llamamiento al verdadero protagonista, al público de Zamora, para que defienda con uñas y dientes a sus auténticos actores.