martes, 30 de diciembre de 2008

INOCENTES


Hoy para no separarme demasiado de la realidad-actualidad, les vengo a hablar de carotas, desvergonzados, frescos, caraduras, descarados, insolentes, jetas, descocados, inverecundos, jactanciosos y lenguaraces.

Les mencionaré sólo dos ejemplos:

El morro de cemento armado de un señor que se llama Raphael Schutz y que resulta ser el embajador de Israel en España. Con total aplomo y sonrisa diplomática, sostiene que el ataque que ya ha costado casi 400 muertos y heridos que superan el millar, sólo tenía como objetivo los terroristas de Hamas y que ellos, tan civilizados, no tienen nada contra la población civil palestina. Que el ataque se iniciara un sábado a las once y media de la mañana y que se eligiera el corazón mas poblado de las ciudades, para este señor no pasa de ser una sutil argucia bélica para pillar desprevenido al adversario. Que haya decenas de niños muertos sólo es, por lo visto, un efecto colateral de la cerrazón de los palestinos que, además de piedras, disponen de unos devastadores misiles caseros fabricados con cohetes de feria.

Tampoco ha sido escaso el papo de Rouco y compañeros mártires en su misa de los inocentes. Como les decía con bastante salero un periodista de El País: predican el matrimonio, pero ellos practican el celibato que creen mas perfecto y abominan, hipócritamente, del sexo, salvo para engrosar el rebaño; defienden la indisolubilidad del matrimonio pero crean rentables tribunales para las anulaciones matrimoniales y casan con todo el solemne boato a divorciadas, eso si, para convertirlas en princesas.

martes, 23 de diciembre de 2008

CAYO LARA

No se si los oyentes lo recordarán: la radio es efímera y no es fácil. En mi comentario del martes 18 de Noviembre, hablándoles de la Novena Asamblea de IU y de su incapacidad para elegir al nuevo coordinador general, les recordaba que nosotros éramos de la especie de Sancho Panza: una vez quijotizados ni el mismo Alonso Quijano el bueno era capaz de hacernos volver por los pedestres fueros de arrieros y molinos.

Pensé entonces en hablarles de una vieja obra de teatro de Anatoli Lunatcharski, el que fuera primer comisario de cultura del Gobierno de los Soviets, justo después de la revolución Rusa de 1917. “Don Quijote libertado” se titulaba. Allí se planteaba la actitud de nuestros dos héroes manchegos ante la Revolución que parecía abrir el alba de los tiempos.

La semana pasada mi comentario adquirió una sorprendente actualidad: el coordinador elegido resultó ser Cayo Lara, de Argamasilla de Alba, patria chica de nuestro señor Don Quijote de la Mancha. Todo lo que he leído me habla bien de la personalidad de este hombre, aunque a mi me hubiera bastado lo dicho por mi amigo y camarada Miguel Zamorano, de Corrales, que lo conoce desde los lejanos tiempos de la fundación de la COAG y las primeras luchas campesinas de nuestra Transición.

Cayo Lara pertenece a la especie de los sanchos, como nuestro Marcelino Camacho, que a sus noventa y tantos años sigue viviendo en un cuarto piso sin ascensor y tiene, como todo ingreso, y juntándola con la de su mujer, una pensión que no llega a los 1.500 euros. Cayo Lara es de la especie de nuestro Amable García que a sus 86 años sigue trabajando a diario por sus convicciones de siempre.

Con hombres así, va a ser difícil acabar con nosotros.

martes, 16 de diciembre de 2008

ZAPATAZOS


Mi tía Pilar, que en paz descanse, tenía un carácter bravo. Se peleaba amargamente con los taxistas franquistas de Madrid –especie que, desgraciadamente, proliferaba- y sostenía que los duros le quemaban las manos por la parte de la cara de Franco. No es nada raro: su primer marido murió en las cárceles del Caudillo, dejándola sola con dos hijos.


Uno de sus últimos rasgos de mal humor lo protagonizó en el Ruber Internacional, donde los médicos, compañeros de su hijo, contemplaron, asombrados, como se sacaba la dentadura postiza de la boca y se la arrojaba con todo el desprecio y la mala leche de sus mas de 80 años.


A mi tía Pilar me ha recordado el periodista irakí de los zapatazos. Tampoco he podido evitar evocar aquella vieja canción de Carlos Puebla:


“Los yanquis tienen aviones,
metralletas y fusiles
y generales por miles
pero no tienen corazones.
Los vietnamitas son pequeñitos,
son pequeñitos, si,
pero con unos corazones
así de grandes, así.”


Uno no ha estado nunca muy cerca del poder, pero ha experimentado la humillación de casi desnudarse en un aeropuerto o de tener que dejar consignado en la puerta de un juzgado, junto al detector de marras, el atacador de la pipa, porque el vigilante de turno debía pensar que podía sacarle un ojo a su señoría, con la cucharilla de tan inocente aparato. Imagino, pues, los controles necesarios para aproximarse al Presidente Bush: no importa, nos quedan los zapatos y, si el asco es suficiente, el vómito.


El otro día Doña Esperanza Aguirre y de las JONS decía que le parecían cursis los eslóganes de mayo del 68, especialmente aquel que indicaba que bajo los adoquines había arena de playa. No entendió nada: lo importante no es que debajo esté la arena de playa o de las minas del rey Salomón. Lo importante es el adoquín… o el zapato.

martes, 9 de diciembre de 2008

MONOS NARANJAS


La noticia es reciente: cinco de los supuestos responsables intelectuales de los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, han decidido declararse culpables y urgen al juez militar, o lo que sea, a que se realicen los juicios, o lo que sean, para ratificarse en su confesión.


Jalid Sheik Mohamed, sobre quien la propia CIA reconoció haber empleado la tortura de la asfixia simulada (¡Habrá que preguntarse por la exquisitez de las que no han reconocido), ha admitido no sólo haber dado las órdenes para el 11 de septiembre, sino que, además, ha confesado ser el autor de la muerte de un periodista y haber preparado atentados contra Bill Clinton y contra el mismísimo Papa. Vamos que, si se hubiesen empeñado un poco más, habría confesado el asesinato de Prim y haber colocado la bomba del Maine, aquel famoso acorazado cuyo hundimiento nos atribuyeron los norteamericanos para declararnos la guerra en Cuba.


Ya el fiscal jefe del asqueroso asunto de Guantánamo había denunciado presiones para acelerar los juicios, o lo que sean, y que se celebraran antes de las elecciones a mayor gloria de la derecha norteamericana.


Mientras tanto, aquí, seguimos sin saber que ha sido de los documentos por los que el Gobierno del PP autorizaba las escalas de los presos en los aeropuertos españoles. Y seguimos sin saber cómo es posible que el Gobierno del PSOE no se enterara de nada y mirara para otra parte.


Por eso, y aunque resuelva muy poco, resulta consolador ver en la televisión a unos estudiantes de Políticas de la Complutense, disfrazados con los monos naranjas de la tortura, espetarle al exministro Piqué: “Democracia, ¿Dónde?, terrorista ¿Quién?”

martes, 2 de diciembre de 2008

EL CIELO DE GRAMSCI



Tengo yo un amigo y compañero de trabajo, Carlos Fernández Iglesias se llama, zamorano de pro, que, cuando me escucha maldecir lo desagradable que se pone esta ciudad en las incomprensibles fiestas de Semana Santa, siempre me dice, como Pedro Crespo: “Yo fío en Dios que habré de verte en otro puesto” y me augura que terminaré acompañándole, vestido de penitente, en las salidas de su cofradía (no sé si la Vera Cruz u otra de las que pueblan nuestra geografía).

Me he acordado de él este fin de semana cuando leía en El País del viernes 28 que un arzobispo sardo, llamado Luigi de Magistris, en la presentación del nuevo Catálogo de Santos y Estampitas (no es coña, aclaraba el periodista), ha desvelado que Antonio Gramsci, su paisano, fundador del Partido Comunista de Italia, y uno de los más grandes pensadores marxistas de todos los tiempos, se convirtió al catolicismo poco antes de su muerte debido a su devoción a Santa Teresita del Niño Jesús.

Que el presidente de la Fundación Gramsci lo haya desmentido contundentemente no ha afectado para nada al arzobispo devoto de las estampas, como no afectó en su día al agustino Félix García el que toda la familia de Ortega le desmintiera cuando dio una versión semejante de la muerte del filósofo.

Lo que más gracia me hizo del articulista de El país fue que terminase atribuyendo a la divina providencia la supuesta conversión del ogro comunista, obra de un Dios que, aburrido de los creyentes patriotas que poblaban el cielo, decidiera llevarse al inteligente Antonio Gramsci a discutir con él la noción de hegemonía cultural y otras cuestiones.

Yo que, como otros, a veces he imaginado el paraíso bajo la forma de una biblioteca, he envidiado unos cielos así: una biblioteca viviente donde poder discutir con Gramsci, con Lukacs, con Althusser o con Rosa Luxemburgo; y para poder hacerlo en mi idioma, y porque no todos han de ser marxistas, con Puente Ojea, Rafael Sánchez Ferlosio o Agustín García Calvo.

Así que no desesperes, Carlos, que todo es posible,

y el jueves santo saldré
llevando un cirio en la mano
como Don Guido –aquel trueno-
vestido de nazareno.